25 de abril de 2016

Don Quixote en Bexar (2ª parte)

Autor: José Francico Fabián García
Relato ganador del Concurso Literario Casino Obrero 2015

Un almediodia de junio llegó don Quijote al puente de La Malena venido por el camino real, procedente del sur, donde el calor ya por entonces sofocaba.

-Qué frescura la de aquí y qué excelso paisaje éste para la paz de dentro, amigo Sancho -dijo el caballero despojándose del casco, desatándosele a consecuencia el pelo ralo y sudoroso, a la vez que desmontaba del caballo- calmaremos la sed y reposaremos el cuerpo para que contagie al espíritu y sirva de asiento a la forma de obrar, como suele ser menester.

Puente de La Malena sobre el río Cuerpo de Hombre,
 de origen romano y sobre el que transcurre la Vía de la Plata

-¿Y la andorga, mi señor, cómo la calmaremos, sabiendo como se sabe, que mal funciona el espíritu ese que cita, si la andorga hace ruido por vacía y a disgusto? Mal percato haré de alguna belleza sin buena comida de por medio- repuso Sancho.


Paisaje junto al Puente de La Malena

Diéronle en una hacienda cercana de las que hay en el sitio pan, chorizo y una mano de tocino a Sancho, por hospitalidad y porque se acercaron al puente unos jovenzuelos a ver a tan gran caballero como aquel había referido al presentarse y pedir sustento.

 Grabado de Edoardo Perino para la edición italiana del Quijote 1888

 Paraje del Tranco del Diablo, cerca de Béjar

Un día después, habiendo hecho noche en el camino a la altura del sitio que nombran el Tranco del Diablo y al que don Quijote se atrevió a desafiar a voces si moraba allí, cayeron por Bexar a eso de la media mañana, cuando el bullicio hacía de la plaza principal un hervidero de gentes por el mercado, por la primavera y porque en esta tierra, cuando cesa el frío que azota y constriñe, los que viven salen como de dentro de la entraña del suelo con ánimo desmedido y el espíritu, ahora sí, comunicador. Alzando la vista a lo alto de la colina que preside a poca distancia el centro de la plaza, sin desmontar aún, pronunció el señor Quijote:



 Fachada este del Palacio Ducal
 
-Allí reside el duque, majestad de estas tierras que hoy nos acogen. Aquí le protege como nadie el insigne don Albín de Valdesangil, del que se dice que redujera a piedra a los cuatro bravos toros de Guisando y a otros más que andan hoy en los campos y las puentes de ciudades.

Cuando Sancho giró la cabeza obligando al burro que montaba a rodearse, tuvo ante sí, con la majestad que dan la altura y lo grande en su cenit, el imponente palacio ducal, dominante en la aguda colina desde donde el duque impartía a la población justicia y lo que le convenía.

 Patio del Palacio Ducal
 
Bastó preguntar a un simple matarife que sacrificaba sin piedad a una cordera vieja para saber que el tal don Albín de Valdesangil se hallaba temporalmente a cargo y cuidado del duque, reponiéndose de las heridas, desgarros y torceduras provocadas tras una de sus últimas andanzas en busca de justicia universal.

Enviado a anunciar, costó a Sancho llegar a las puertas del palacio, ya que el burro, de empinado que era en el camino, se negó a la mitad a dar un paso más con él encima y cierto es que para lo que es andar en terrenos empinados, le sobraban a Sancho bastantes carnes. Cuando estuvo delante de los centinelas no pudo hablar sin antes un tiempo de sosiego, por lo que los vigilantes siguieron vigilando hasta que el escudero sosegó del todo y acercándose de nuevo, díjoles: ¡Ya!

Don Quijote y Sancho en el Palacio de los Duques. Gustave Doré. 
Podeis ver todos los grabados aquí)

Pidió el duque consejo y referencias al mejor que tenía para estas cosas: un bufoncillo joven todavía, pero avispado como pocos, listo como él solo, tullido sin mucha desdicha particular, pequeño, sabio ya, gracioso y cojo de una cadera, el cual había oído hablar mucho del tal don Quijote y sus andanzas, cantadas en coplas por ciegos y arrieros y sobre todo por la boca de don Albín de Valdesangil, que le veía como espejo y referencia de por vida. Aconsejole que lo recibiera, aunque solo fuera para comprender lo variado que es el proceder del ser humano y de paso para algún divertimento, que lo habría.

 Plaza Mayor y Palacio Ducal en una fotografía antigua
Foto sacada de Documentos Béjar

Para cuando regresó Sancho, ya estaba don Quijote -sin desmontar el caballo- rodeado de bexaranos admirados por su verbo y su entonación y sobre todo por el interior de su relato, que parecía sacado de los mismos libros y aconteceres de la Historia más heroica. Otros, risosos, justo será decirlo, oyendo lo que no era precisable de principio si se trataba del discurso de un sabio, de un cómico disfrazado o mismamente de un chalado que vivía en otro mundo, si es que no era la cosa de todo en conjunto. Pero unos y otros al ver que Sancho llegaba sudoroso diciendo que el duque les recibiría, tornaron en respeto y creyeron de verdad que se trataba del caballero que decía.

 Don Quijote en casa de los Duques de A. Gisbert (2ª parte de El Quijote, 1871)

Tanto tiempo llevaba metido el duque en pleitos, pendencias propias de su rango y hasta en contiendas con unos y con otros por esto y por aquello que acecha a un señor poderoso y a su temor de perder lo que tiene o para sumar más, que entre el bufón y otros consejeros le recomendaron que le vendría bien recibir al hidalgo caballero de La Mancha para mejor esparcimiento y descanso de su espíritu y sus nervios, todo el día sobresaltados con nuevas noticias que no le dejaban vivir en la paz debida y en el disfrute de tanto como poseía. También, por consejo del bufoncillo, mandó el duque recibir al ingenioso hidalgo con ciertos honores, formando a la entrada parte de su guardia e incluso haciendo sonar trompeta y con anuncio, una vez rebasada la puerta del palacio, cuidando así de no ser visto por súbditos y ser tomado por imbécil, cosa que un gobernante es sabido que debe evitar, aunque en realidad lo fuese, pues el desencanto en el pueblo suele ser muy mala cosa.

 Patio del Palacio Ducal

Solo quiso desmontar don Quijote ante la presencia del duque, ya que un caballero tal no se humilla sino ante un superior, como manda la norma caballeresca. Desmontó entonces y al tenerlo delante, dejó su lanza a Sancho, éste sí desmontado, posó su escudo en el suelo y arrodillado de una pierna ante el duque, le ofreció su espada. Retornole el arma el duque a su dueño, lo que en las creencias y estilos del de La Mancha era ratificarle en su misma condición en el territorio del que es señor y dueño. 

 Don Quijote con los Duques (grabado para la 2ª parte de El Quijote)

De seguido, también con cierta pompa, le llevó a una sala noble, adornada de tapices, alfombras y trofeos con cabezas de animal de cornamenta. Acomodado allí en su sillón, procedió a preguntarle y a escuchar sus relatos y chanzas, que era lo que por indicación de don Francés se deseaba y convenía. Sancho, sinencambio, quedó guardando las bestias a la sombra, reponiéndose con vino en tanto llegaba una pieza de cecina bien curada con la que reponer su ser, descompuesto todavía del viaje. Don Francés le hizo una seña al duque para que no le corrigiera, dijera lo que dijera, pues a los tipos como don Quijote resultaba mejor dejarlos a su albedrío, de forma que enseñaren otros mundos a través del cristal de su mente, para diversión a ratos de los que se encontraran delante, envueltos en la hilaridad de la locura y en otras del reconcomio y la duda, cavilando si después de todo el desvarío no será una ventana incomprendida a otros mundos, dado que la sensatez es buena, pero conlleva en tanto y tanto a grandes sufrimientos. Don Francés llevó enseguida la conversación con preguntas ingeniosas capaces de desatar la imaginación y el verbo del enjuto caballero, que en tono de declamador, en pie y mirando al duque, hablaba retumbando sus palabras en la sala con toda solemnidad. El duque escuchaba a veces con suma atención, a veces con intriga y otras ocultando la risa misma que le producían las exclamaciones y entonaciones con exceso del hidalgo, relatando sus andanzas y la enseñanza que de todo se obtenía, mereciendo ser dichas para beneficio y reflexión de las gentes.

Preguntole también don Quijote al duque si en su tierra era temeroso de malvados y pillastres, ya que él, como su igual don Albín de Valdesangil, tan conocido en el gremio de la caballería, estarían a su servicio con tal de que el mal no royera la concordia de las gentes. Díjole el duque, sabedor de algunas de sus andanzas, que temía de monstruos que a su poder acechaban.
Continuará

18 comentarios:

  1. Esperemos que no se reedite el episodio de los duques de la segunda parte de la obra y que el comedimiento, la sensatez, las buenas maneras y la educación se impongan sobre las ganas de chanza que a gente desocupada y noble -acostumbrada a rodearse de bufones u hombres de placer-, entran cuando topan con gente "imaginativa", como nuestro hidalgo, trastornado por la lectura de libros de caballería o tal vez por algún encantamiento del sabio Frestón.
    Aguardaremos pues a la continuación de tan sugestivo relato.
    Un saludo, dama bexarana.

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  2. A lo mejor hacen una edición suplementaria a la obra, después de lo hallado.
    Un abrazo.

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  3. Por lo leído aún podemos seguir disfrutando de este episodio. Lo espero con verdadero interés.
    Besos

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  4. Interesante episiodio en el que el pueblo de Béjar se convierte en escenario de las múltiples andanzas de D. Quijote.

    Besos

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  5. Vaya con el bufoncillo que bien sabía calmar los pesares al duque : es que la sensatez es buena pero conlleva en tanto a tanto grandes sufrimientos...Bexar y Don Quixote un honor para los bexaranos y otro tanto pasa con las regiones donde este ilustre personaje dio rienda a sus ensoñaciones.

    Deseando seguir leyendo más: me ha encantado el episodio acerca de la visita de Don Quixote a Bexar.

    Feliz semana Carmen

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  6. Mira que pensé similar a Mary Pi R, en relación a que se puede hacer un "complemento"...Pero no sería lo mismo...o si??

    Besos Carmen. Interesante como siempre

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  7. Si bueno es el texto, con las historias paralelas que se van superponiendo, los grabados de Doré son un magnífico complemento para potenciar la atmósfera del relato.

    Sigo

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  8. Jjejeje
    Teniendo en cuenta que, como dicen grandes sabios, Don Quijote inició sus andares en mi comarca sanabresa y bajó hasta Miranda do Douro al menos antes de iniciar el camino a Zaragoza, tampoco sería de extrañar que decidiese acercarse al menos unas jornadas hasta la gran Béjar y mostrarle sus respetos al Duque, a ver si así hacía por fin honor (en metálico) al autor de la novela que le había sido dedicada.
    Saludos, Carmen

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    1. Es posible que Cervantes dejara abandonado este capítulo sin publicar después del plantón económico del Duque, aunque también quizá esta aventura de Don Quijote sólo poblase lso sueños de don Miguel para desparecer en una milésima de segundo, lo imprescindible para darse cuenta de ella al empezar a despertarse su conciencia y desaparecer.
      Un saludo

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  9. ¡Qué buena composición de excelentes elementos: texto, fotografías, grabados, etc.! De veras requiere convertirse en un complemento del Quijote. Al fin y al cabo fue dedicada la primera parte al menos al duque de Béjar. Desde Chile, Jorge Zúñiga Rodríguez. Ps.: Mañana viernes 28 es el cumpleaños de la directora (¿en funciones? jejé) del blog. Vale.

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    1. De funciones nada, directora con la energía suficiente para seguir publicando artículos hasta el Juicio Final.
      Muchas gracias y un beso

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    2. ¡Muy bien! Sólo era una broma por la situación política de España. Felicidades. Vale. JZR.

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  10. Has logrado, con esta entrada, hacer un estupendo homenaje a la figura de D. Quijote en el cuarto centenario de su muerte.
    Las fotos que acompañan a tu relato, junto con el texto, son el complemento perfecto para esta publicación.
    Felicitaciones, amiga mía.
    Te dejo cariños en un fuerte abrazo.
    kasioles

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  11. Carmen la combinación del texto y la imágenes nos facilita la lectura a parte de ser perfecta la unión de ambas.
    Te felicito por todo ello, la historia que nos ofreces de D. Quijote por tierras de Béjar deja claro que Cervantes conocía bien esa zona.
    Besos Carmen.
    Puri

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  12. Oh, monstruos acechando al duque. Menos mal que está don Quijote cerca.
    Veremos, pues.
    Un saludo.

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  13. Buen homenaje Carmen al padre de Don Quijote!!
    Un beso

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  14. Algo ha de tener el Quijote éste que, aún habiéndolo muerto y sepultado su autor para evitar tentaciones, se empeña en resucitar a cada poco.

    Un abrazo,

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  15. Publico el comentario de Leonor que, ironías de google, ha desaparecido de mi bandeja de gmail:

    Muy entretenido y buena la elección de imágenes, voy a por la tercera parte. Un saludo.

    Gracias, Leonor.

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"No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo." Óscar Wilde.